Sé de profesores que tan tranquilamente le dicen al alumno: ‘Mira,
no tengo otra forma de evaluarte que las notas, así que te pido que te
esfuerces, estudies, y apruebes’. Y este piensa: ‘Vale, yo me esfuerzo, estudio
más, pero no apruebo, porque resulta que no me leo los exámenes hasta el final,
y no termino los ejercicios, que contesto rápido porque no soporto la angustia
que me produce saber que de todos modos voy a suspender, que mi atención se
desvía con cualquier ruido o movimiento….’
Tenemos que observarnos a nosotros mismos y ver qué es lo que está
provocando nuestro enfado o nuestra decepción, y cómo podemos dirgirnos a
nuestros TDAH’s de tal forma que nos escuchen (y nos hablen) aún cuando nos
sentimos muy frustrados. Prácticar y demostrar empatía con un TDAH puede
ayudarle mucho en sus habilidades sociales con otros niños, con los profesores,
con los padres.
Considero que en esos intensos momentos de frustración, no nos
damos cuenta de que hemos perdido algo esencial para los líderes. Hemos perdido
la perspectiva, hemos perdido la visión. No podemos frustrarnos en perder las
pequeñas batallas, porque, señores, sabemos que estamos envueltos en una
situación a largo plazo.
Tenemos que comprender cuales son las dificultades a las que se
enfrentan nuestros hijos. Para empezar, para ellos el ambiente académico es muy
aburrido, la exigencia muy alta. Ellos tienen dificultades de atención,
conducta y aprendizaje y entran en un sistema académico donde las expectativas
no van acordes con su realidad. Observemos su realidad:
- Identifiquemos su dificultad, por la intensidad o frecuencia de
su conducta.
- Reconozcamos su sentimiento: detrás de su apatía o resistencia,
suele haber temor.
- Mostremos interés por conocer lo que sienten y lo que piensan,
para promover la confianza y para ejercitar la verbalización de sus emociones.
- Tengamos una comunicación asertiva: hablemos con ellos de forma
positiva, abiertos a escucharlos sin criticarlos ni juzgarlos.
- No variemos nuestro objetivo, pero cambiemos de táctica:
busquemos alternativas con ellos de forma que se sientan apoyados.
- Comprometámosles en el proceso, dejándoles ver nuestra posición,
buscando empatía hacia nosotros.
Y dejo para el final, lo que para mí personalmente es primordial.
Estemos PRESENTES para ellos. Presentes y disponibles. ¿Qué puede haber más
real, más reconfortante, que una sonrisa o que un abrazo cuando más lo
necesitamos?
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